Conociendo un poco Okinawa

Este artículo esta dirigido especialmente a aquellas personas que son descendientes de okinawenses como yo, y que no saben mucho sobre esta maravillosa tierra.
Quisiera aprovechar que este año estaremos festejando 100 años desde que los primeros inmigrantes de la Prefectura de Okinawa llegaron a nuestro país, para ir contándoles un poco sobre todo lo que aprendí durante los 6 meses que viví en Okinawa, en el 2001.

Para aquellos que no me conocen, mi nombre es Fernanda G. Ramos Asato y soy descendiente de japoneses de la 3era generación. Además de ser profesora de japonés en Rosario Nihongo Gakko desde hace 18 años, soy docente de escuela primaria y jardín de infantes. Hace algunos años apliqué para una beca de la Prefectura de Okinawa, y tuve la suerte de ser elegida para ir a perfeccionarme como maestra jardinera. Allí pude aprender muchísimas cosas de la tierra de mis abuelos.

Recuerdo que después de varios días de viaje, llegué a Okinawa casi con ganas de volver a casa nadando. No solo estuve en New York el día del atentado del 2001 sino que cuando llegué a Japón (después de estar 4 días con la misma ropa) me avisaron que en Okinawa había un tifón y tuve que quedarme un día en Tokio en la casa de los familiares de una desconocida que viajaba en el mismo avión y que termino siendo una gran amiga. Esta chica es Brasilera y también descendiente de okinawenses. Su hospitalidad en un momento como ese no la olvidaré jamás. Como tampoco voy a olvidar un proverbio en dialecto que aprendí durante mi estadía en Okinawa… "Ichariba choude" (Desde que nos encontramos nos hacemos hermanos). Y así es la gente de Okinawa, y así son sus descendientes, como esta chica que conocí durante los 5 días de viaje, como mucha gente que conozco aquí en nuestra colectividad. Personas con un espíritu cordial, hospitalarias, con una calidez humana muy particular. "A penas te conozco y ya sos mi hermano, mi casa es tu casa, mi tierra es la tuya."

Hoy algunas personas aprendieron no solo una palabra en dialecto okinawense, sino un sentimiento que llevan en la sangre y que no sabían que nombre darle. Hasta la próxima.

Fernanda Ramos


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